Tú, el mundo y yo
Una individual de Jon RafmanTú, el mundo y yo
Tú, el mundo y yo de Jon Rafman es el cuarto episodio del ciclo Un rastro involuntario, comisariado por This is Jackalope en La Casa Encendida.
La muestra consiste en una instalación de dos piezas visuales que exploran el rastro digital que se forma a partir de las imágenes que se generan de manera aleatoria y automática de manera constante. El trabajo de Rafman profundiza en la relación de la tecnología con el sujeto y las implicaciones que ésta tiene en la experiencia humana contemporánea. En esta ocasión, genera un especial interés la capacidad del artista para poner de manifiesto una historia invisible: la que forjan las imágenes de nosotras que circulan en Internet pero en las que no aparecemos identificadas.
Diseño expositivo: Pablo Ferreira
Begoña Solís / La Casa Encendida, 2021
Diseño expositivo: Pablo Ferreira
Begoña Solís / La Casa Encendida, 2021
Diseño expositivo: Pablo Ferreira
Begoña Solís / La Casa Encendida, 2021
Diseño expositivo: Pablo Ferreira
Begoña Solís / La Casa Encendida, 2021
Diseño expositivo: Pablo Ferreira
Begoña Solís / La Casa Encendida, 2021
Tú, el mundo y yo
Tú, el mundo y yo de Jon Rafman es el cuarto episodio del ciclo Un rastro involuntario, comisariado por This is Jackalope en La Casa Encendida.
La muestra consiste en una instalación de dos piezas visuales que exploran el rastro digital que se forma a partir de las imágenes que se generan de manera aleatoria y automática de manera constante. El trabajo de Rafman profundiza en la relación de la tecnología con el sujeto y las implicaciones que ésta tiene en la experiencia humana contemporánea. En esta ocasión, genera un especial interés la capacidad del artista para poner de manifiesto una historia invisible: la que forjan las imágenes de nosotras que circulan en Internet pero en las que no aparecemos identificadas.
El ciberespacio es entendido como un pozo sin fondo, una fuente inagotable de datos e imágenes donde la sobreabundancia y lo desechado cobran la misma importancia que lo aprovechable. En Tú, el mundo y yo, Rafman explora la capacidad infinita de lo digital, donde nada desaparece y toda interacción deja una estela a su paso. Internet se presenta como un lugar donde todo tiene cabida y frente al cual hemos perdido la capacidad de autonomía tras la dependencia devenida de la fusión entre el mundo real y el virtual.
En 2007, Google introdujo Google Street View, una herramienta que registraba fotográficamente el mundo entero desde una perspectiva a pie de calle con la intención de mejorar la navegación a través de Google Maps. Un año más tarde, en 2008, Rafman iniciaba su pieza Nine Eyes of Google Street View [Nueve ojos de Google Street View], un proyecto de archivo que muestra una selección de imágenes extraídas del navegador, y que aún hoy continúa en proceso. Durante estos años, a modo de flâneur del siglo xix, Rafman ha ido recopilando y seleccionando multitud de fotografías durante sesiones maratonianas de paseos virtuales. El resultado es un flujo constante de imágenes que han sido tomadas de manera automatizada, bajo la aséptica y aparentemente neutral mirada de los nueve ojos de las cámaras de Google, pero con cuya selección el autor busca —y con él también los espectadores— un sentido, una narrativa. A la vez, nos percatamos de que esa misma conciencia humana y la capacidad de hacer asociaciones y producir significado se han visto comprometidas. Imágenes poéticas, otras insólitas y muchas banales, que en palabras del propio artista parecen “fotografías que nadie tomó y recuerdos que nadie tiene”. Rastros, al fin y al cabo, que nos trasladan a momentos de nostalgia, añoranza y pérdida y que evocan la contemplación de viejas instantáneas familiares. Es esta tensión la que refleja nuestra experiencia actual, siempre mediada por la tecnología y enraizada en el desfase de tiempo que se genera entre lo real y lo virtual.
La segunda pieza es un vídeo que lleva el mismo título que la muestra, You, the World and I [Tú, el mundo y yo]. Se trata de una obra realizada en 2010 en la que se plantea la dificultad (o la imposibilidad) de recordar a alguien cuando no tenemos imágenes de esa persona y, en el caso de tener alguna imagen digital, lo vulnerables que resultan éstas, pues existe el riesgo de que se desvanezcan para siempre. En esta pieza, un narrador anónimo busca desesperadamente a un amor perdido.
A través de las herramientas contemporáneas de Google Street View y Google Earth, el autor recorre los lugares en los que estuvieron juntos en busca de recuerdos, de huellas de esa persona y esa relación. Se despliega todo un recorrido, una exploración geográfica y social en la que se mezclan imágenes de satélite de Google, representaciones en 3D de lugares históricos —como Stonehenge o Machu Picchu— creadas por los propios usuarios de la herramienta y panorámicas de Google Street View de sus lugares de vacaciones favoritos. Una búsqueda exhaustiva que finalmente da sus frutos cuando encuentra una imagen a la que aferrarse, que para el autor es la prueba que demuestra de alguna forma la existencia de esa vivencia pasada. Es esta idea de “temporalidad detenida”, de la que hablaba Ned Beauman en su texto para la exposición de Rafman en la galería Sprüth Magers, lo que en este caso hace que toda la relación quede congelada y condensada en una captura de pantalla que sustituye todas las demás experiencias y recuerdos.
Al acercarnos constantemente al mundo a través de la mediación de la tecnología, ¿no se ha distanciado nuestro narrador (y nosotros mismos), sin saberlo, de este mundo? ¿Necesitamos siempre una imagen para activar nuestros recuerdos? Todo esto nos empuja a caer en el abismo del pensamiento computacional y la filosofía del solucionismo, priorizando la eficacia y el resultado en lugar del aprendizaje y la lenta digestión de la experiencia. En La nueva edad oscura, James Bridle afirma que “la abundancia de información y la pluralidad de cosmovisiones a la que ahora tenemos acceso no producen una realidad consensuada y coherente sino una desgarrada por la insistencia fundamentalista de relatos simplistas, teorías de la conspiración y una política de hechos consumados”1. Uno de los peligros de esta superabundancia de información es la dificultad para distinguir entre datos falsos y reales. De alguna manera, nos damos cuenta de que aquello que se esperaba que aclarase el mundo a través de un acceso universal, más transparente y rápido a la información, se ha convertido en una navaja de doble filo donde predomina la opacidad y la oscuridad.
Por otro lado, la muestra plantea una meditación conceptual sobre qué es la fotografía hoy en día. En un momento de continua creación de imágenes, en el que millones de fotografías inundan las redes sociales, Rafman focaliza su investigación en imágenes generadas de forma automatizada, cómo es el caso de las cámaras de los vehículos de Google Street View, donde se pone de nuevo en cuestión la autoría. No hay un ojo de fotógrafo que elija el momento ni el lugar decisivo para disparar. Sin embargo, paradójicamente, son estas imágenes automáticas las que transmiten mayor espontaneidad, conformándose como un fiel retrato de la sociedad actual y un reflejo de nuestra manera de relacionarnos con el entorno.
La nueva era tecnológica nos ha sumido en un mundo dominado por la aparición de los “hiperobjetos”, es decir, por aquello que nos rodea, nos envuelve y nos enreda pero que es literalmente demasiado grande como para que podamos verlo en su totalidad, ya que solo percibimos las huellas que éstos dejan en otros objetos; la red funciona como tal. El concepto de lo sublime recorre estos trabajos, abarcando desde la concepción kantiana y romántica asociado a la naturaleza hasta la más relacionada con lo tecnológico, descrita durante el periodo postmoderno por Fredric Jameson. De nuevo, Bridle apunta: “Hoy, la nube es la metáfora central de Internet: un sistema global de gran potencia y energía que, sin embargo, conserva el aura de algo espiritual y numinoso, algo casi imposible de aprehender”2.
Rafman parece desafiar la separación que mantenemos entre la subjetividad que existe a través de nuestros cuerpos y la de nuestras pantallas. El marco espacio-temporal queda totalmente distorsionado y la orientación resulta difícil a través de los parámetros convencionales. Con este trabajo, el mundo queda fragmentado en fotogramas, cuyo avance en el tiempo es irregular (dada la necesidad de continuas actualizaciones).
A principios de este 2021, un artículo de The New Yorker3 se hacía eco de cómo la pandemia, y el confinamiento, habían impulsado la popularidad de Google Street View. Durante los períodos de tiempo en los que nos hemos visto forzados a no poder desplazarnos fuera de nuestros hogares, nuestras ciudades o nuestros países, Google Street View ofrecía la oportunidad de dar paseos virtuales por lugares a los que no podíamos ir físicamente. Así, se incrementó también el uso de iniciativas como Random Street View y MapCrunch, dos páginas web que nos permiten jugar a ser exploradores online; con sólo un clic de ratón aparecemos en un lugar aleatorio del mundo en el que empezar nuestro recorrido virtual, pudiendo, si queremos, aplicar filtros por zonas.
El desfase temporal de las imágenes grabadas en Google Street View, así como el hecho de ser fotografías capturadas aleatoriamente, hace que éstas sean portadoras de una nostalgia inherente. Nos muestran puntos de vista no mediados por el ojo humano. Eso nos llena de una profunda melancolía, puesto que nos aleja del mundo conocido y nos adentra en uno más inhóspito, a la vez que nos hace conscientes de la distancia que hemos tomado con respecto al mundo natural. La amada añorada en You, the World and I es recordada por su rechazo a que le tomaran imágenes, no solo por la antigua creencia de que esas máquinas te roban el alma sino también por su reivindicación del flujo de la experiencia y de un mundo sin imágenes, un mundo recordado por la memoria humana, con sus fallos y limitaciones.
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1 James Bridle, La nueva edad oscura, Barcelona, Debate, 2020, p. 20.
2 Ibid., p. 17.
3 Sophie Haigney, “The Pandemic-induced Popularity of Google Street View”, The New Yorker, 6-2-2021 (https://www.newyorker.com/culture/rabbit-holes/the-pandemic-induced-popularity-of-google-street-view).
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Jon Rafman nació en 1981 en Montreal (Canadá). Estudió Filosofía y Literatura en la McGill University de Montreal y obtuvo un máster en la School of the Art Institute of Chicago. Su obra explora el impacto de la tecnología en la conciencia contemporánea, incorporando el rico vocabulario de los mundos virtuales para crear narrativas poéticas que se comprometen críticamente con el presente.
Las últimas exposiciones individuales de Rafman incluyen Dream Journal 2016-2019 (Centraal Museum, Utrecht, 2018), The Mental Traveller (Fondazione Modena Arti Visive, 2018), Dream Journal ’16-’17 (Sprüth Magers, Berlín, 2017) y I have ten thousand compound eyes and each is named suffering (Stedelijk Museum, Ámsterdam, 2016; Westfälischer Kunstverein, Munster, 2016; Musée d’art contemporain de Montréal, 2015; y Zabludowicz Collection, Londres, 2015). Sus obras han formado parte de destacadas exposiciones colectivas internacionales, como la 58 Bienal de Venecia (2019), la Bienal de Sharjah (2019 y 2017), Art in the Age of the Internet, 1989 to Today (ICA Boston, 2018), Leonard Cohen: A Crack in Everything (Musée d’art contemporain de Montréal, 2017), After Us (K11 Art, Shanghái, 2017), Suspended Animation (Les Abattoirs, Toulouse, 2017), 9 Bienal de Berlín (2016), Manifesta 11 (2016), The Future of Memory (Kunsthalle Wien, 2015), La Biennale de Lyon (2015) y Speculations on Anonymous Materials (Fridericianum, Kassel, 2013).